El 2016 fue declarado “año internacional de las legumbres”, dada la importancia mundial que tiene este conjunto de vegetales en la dieta de millones de personas. Las legumbres son cultivos milenarios y Argentina es un productor mediano, cuya producción es mayormente exportable.
Una de las legumbres que despierta el interés de muchos productores de Córdoba es el garbanzo, ya que constituye una alternativa invernal en las rotaciones de cultivos, y brinda una opción más que interesante. En la provincia se cosecha aproximadamente el 50 por ciento de la producción nacional.
Enfermedad destructiva
La doctora Silvina Pastor, del Área de Micología del Ipave (Ciap- Inta), responsable de línea de investigación en “Rabia del garbanzo”, señala que si bien son varias las enfermedades que pueden afectar a esta leguminosa, la rabia es la más destructiva, puesto que es capaz de ocasionar elevadas pérdidas si las condiciones ambientales son favorables, aun con baja presencia del hongo.
El hongo causante de la rabia se denomina Ascochyta rabiei y fue detectado e informado en Argentina en 2012. "Los síntomas se presentan como lesiones alargadas en tallos o pecíolos, necrosis apical, manchas necróticas en V o elípticas con halo clorótico, puntos negros formando círculos concéntricos, y defoliación, los que son fácilmente detectables en estado avanzado de la enfermedad", indicó la especialista.
Sin embargo, en la fase inicial de la infección, puede quedar enmascarada por otros patógenos (Alternaria, Phoma, Botrytis) o incluso, confundirse con daños por heladas.
Cómo se transmite
A. rabiei se transmite por semillas y, frecuentemente, estas no evidencian ningún síntoma que indique su infección. Si se siembran semillas infectadas y las condiciones ambientales son favorables para el patógeno (temperaturas 10-20ºC y humedad superior al 65 por ciento), se activará el desarrollo de la rabia. En estas condiciones, la enfermedad es capaz de dispersarse rápidamente; cumple su ciclo cada siete días y forma importantes manchones en el cultivo de garbanzo. Además, sobrevive en el rastrojo entre tres y cuatro años, período en el cual no solo es capaz de causar nuevas infecciones, sino también dispersarse a lotes vecinos y hasta un kilómetro de distancia por acción del viento.
Detección
La doctora Pastor recomienda confirmar la detección de rabia en los lotes productores, lo que permitirá identificar nuevos focos de infección, detectar áreas libres del patógeno o bien decidir las prácticas culturales que posibiliten reducir el daño en el cultivo.
La detección de la rabia puede realizarse en semillas, en plantas o en rastrojos. En la actualidad, luego de investigaciones desarrolladas en el Ipave-Ciap-Inta, es posible confirmar y cuantificar la presencia del hongo (A. rabiei) en semillas, a través de cultivo in vitro y, en plantas, mediante la detección de su ADN en fase temprana de la enfermedad.
El Inta trabaja en forma conjunta con Julia Carreras y Alejandro Pérez, de las Cátedras de Mejoramiento Vegetal y Fitopatología de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNC. Como principal objetivo se propone interactuar entre profesionales de las distintas instituciones para abordar la problemática y así obtener resultados eficientes en el menor tiempo posible.
Para ello se desarrollan actividades dirigidas a la búsqueda de resistencia/tolerancia a rabia en nuevas líneas del cultivo y a optimizar el servicio de análisis de semillas de garbanzo que brindan tanto el Ipave-Ciap como la Facultad de Agronomía de la UNC. “Deseamos lograr conocimientos que guíen hacia respuestas útiles para los productores; más aún teniendo en cuenta el potencial de la Argentina en el mercado internacional de garbanzo”, destacó la doctora Pastor.