El analista agropecuario Alejandro Ramírez difundió un artículo titulado “Productores argentinos de peras y manzanas en riesgo de extinción”, en el que analiza la situación de crisis que atraviesa esa economía regional del sur argentino.
Cabe recordar que fruticultores de Río Negro y Neuquén realizaron una jornada de protesta en Plaza de Mayo, Buenos Aires, en la que regalaron 10 mil kilos de manzanas y peras, y en la que denunciaron que en los últimos años la cantidad de productores se redujo de seis mil a dos mil.
Uno de los datos salientes del análisis de Ramírez es que la crisis comenzó en 2010, durante la última etapa del kirchnerismo, un dato que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner obvió en la serie de tuits que publicó el martes, culpando al gobierno de Mauricio Macri por esta situación.
Riesgo de extinción
A continuación, se transcribe el artículo completo elaborado por Ramírez:
A pesar de que el título parezca apocalíptico, la realidad que están viviendo los productores de peras y manzanas del Alto y medio valle de Río Negro y Neuquén es acuciante. Lamentablemente, desde el año 2010 el negocio de producción de ambas frutas dejó de ser rentable para pasar a ser una actividad inviable.
Las empresas agropecuarias que se dedican a esto vienen quebrando y cerrando desde el año mencionado a la fecha, en forma calamitosa. Grandes cantidades de montes de frutales se han destruido para poder utilizar la tierra en búsqueda de algún negocio que al menos no genere pérdida de dinero. Ni siquiera se intenta ganar dinero con alguna otra producción, sino al menos no perder la inversión. Situación que no ocurre.
Desde el año 2009/2010, los productores de manzanas y peras vienen sufriendo las equivocadas medidas económicas del gobierno de ese tiempo. El cepo cambiario llevó a la destrucción de las exportaciones y a la “casi” prohibición de importación de insumos. La fuerte presión fiscal, que va desde el impuesto al cheque, el IVA, el impuesto a los combustibles, más los gravámenes provinciales, hizo un combo terrible para la evolución de las empresas frutícolas de Río negro y Neuquén.
En la actualidad un productor recibe por un kilo de peras tres pesos y 2,8 pesos por un kilo de manzanas puesto en el campo. El costo de producción de dicha fruta ronda los 4 a 4,5 pesos por kilo. Es decir, no es que los chacareros están trabajando para cobrar el costo, sino que están perdiendo plata. Y como decíamos anteriormente, este proceso viene desde el año 2010 y fue agravándose con el paso del tiempo, porque muchos no tuvieron las espaldas suficientes como para poder aguantar a que lleguen tiempos mejores, y tuvieron que deshacer las plantaciones o hasta vender el campo e intentar suerte en alguna ciudad con otras actividades.
Lo impresionante de toda esta situación, es que por ese kilo de manzanas que el productor cobra tres pesos, los consumidores en las ciudades lo pagamos entre 40 a 50 pesos. Un 850 por ciento más caro que lo que cobra el hombre de campo en su chacra.
Y los productores no solicitan intervenciones por parte del gobierno nacional que les asegure un precio mínimo, sino tratar de recomponer el comercio de las mencionadas frutas, que hoy se encuentra totalmente desvirtuado. Desde que sale la fruta del campo, va a los depósitos de empaque y/o frigoríficos, de allí en camiones a los centros de distribución y luego a las bocas de expendio para el consumidor final. Desde los tres pesos que cobra el productor a los 50 pesos que pagan los consumidores, hay 47 pesos para cubrir todos los gastos antes mencionados. Una verdadera barbaridad.
Y lo lamentable de toda esta situación, es que las peras y manzanas que estamos consumiendo en las grandes ciudades de nuestro país son importadas de Chile. Porque la fruta importada termina siendo más barata que la producida en nuestro país.
Desde el 2010 se desmembró la posibilidad de exportación, ingreso genuino de divisas para un sector que lo necesita. Se obscureció el comercio interno, donde los productores se encuentran a la buena de Dios en las negociaciones con los compradores de las empacadoras o frigoríficos, que lógicamente cada vez tratan de pagar menos. La presión fiscal es insostenible haciendo imposible desarrollar esta producción de forma rentable.
Por eso, quizás el título habría que modificarlo y realizar la siguiente pregunta: ¿Cuánto tiempo falta para que los productores argentinos de manzanas y peras se extingan?