"La regularización del mercado no está siendo lo rápido que quisiéramos", dijo este lunes el secretario de Agricultura, Ricardo Negri, exponiendo una suerte de preocupación que ha comenzado a ganar lugar en las autoridades nacionales: los volúmenes en ventas de soja, bajos o al menos menores a los que esperaban tras el aumento del tipo de cambio y la baja de cinco puntos en las retenciones.
La pregunta que surge es por qué sucede esta situación y para contestarlo Agrovoz consultó a dirigentes de entidades agropecuarias cordobesas y economistas especializados en el sector que coinciden en que el principal factor que juega en contra son los malos precios internacionales, que invitan a los productores y acopios que no tienen urgencias financieras a mantener almacenados los granos hasta que los precios en algún momento repunten. En ese sentido, surge otra traba: las previsiones de los analistas indicando que, por lo pronto, no está previsto una mejora de los valores internacionales.
En espera
“El productor es como cualquier comerciante: espera todo lo que puede hasta que mejore el precio. Como los precios internacionales hoy están deprimidos para todos los commodities por la sobre oferta mundial, esa es la principal causante de que se esté vendiendo, pero no tanto”, advirtió el presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez), José Manubens Calvet.
Además, este dirigente agregó lo que considera un dato no menor: “La mayor parte de los granos está en los acopios, que tienen aún más margen para especular con el precio”.
El economista Salvador Distefano coincide con esta mirada. "El gobierno bajó las retenciones y devaluó, pero se quedó corto con el sector agropecuario. La baja de precios internacionales se comió las medidas de aliento, estamos igual que en noviembre 2015", escribió en su última columna publicada en su portal web.
Ahorro
Un dato a tener en cuenta en este contexto es que, en la soja, la reducción de las retenciones fue baja y eso hace que la mejora del precio en pesos no haya sido tan significativa como para incentivar rápidamente las ventas.
Tras el triunfo presidencial de Mauricio Macri, la cotización local de la oleaginosa ascendió de 2.570 a tres mil pesos, cifra en la que se mantiene. Es decir, la mejora fue del 16,7 por ciento. Hace un año, el valor en pesos también oscilaba en 2.500 pesos, por lo que la suba acumulada –aún con una devaluación de por medio– es menor, por ejemplo, que la inflación.
En ese marco, para el investigador del Ieral de Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón, “muchos productores con soja guardada no tienen grandes urgencias financieras, por lo que van a ir vendiendo en la medida que necesiten hacerse de fondos”.
Activo líquido
El economista explicó a este medio que la soja guardada se considera un activo y los activos se eligen en función de su rendimiento, riesgo y liquidez. “En el caso de la soja, es un activo de bajo riesgo, muy líquido y está dolarizado, dado que su valor se mueve al ritmo del tipo de cambio. Entonces su rendimiento en pesos será equivalente a la variación del tipo de cambio, suponiendo precios internacionales constantes”, remarcó Garzón.
Si se lo compara con un plazo fijo, por ejemplo, ese también es un activo de bajo riesgo, que paga una tasa parecida a la inflación, pero es menos líquido que guardar soja porque hay que esperar hasta que venza para sacar el dinero del banco.
En suma, el productor sabe que, mientras no necesite vender la soja, en un contexto de precios bajos a nivel internacional y un dólar que aún puede subir, le conviene guardarla o al menos evaluarlo.
“El tipo de cambio a 13,30 pesos puede ser percibido como bajo por muchos productores. Uno a 15 pesos quizás sea más realista”, enfatizó Garzón.