Los precios internacionales de los granos enfrentan desde hace largos meses una serie de factores que invitarían a pensar en un escenario de depresión; no obstante, la realidad muestra que han podido sortear este viento de frente, lo que alienta expectativas positivas a futuro.
Esa es la conclusión a la que llega un informe elaborado por el Instituto de Estudios de la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea.
“El 2016 ha sido un año cargado de factores bajistas para los granos y las materias primas agrícolas”, afirma el documento elaborado por el economista Juan Manuel Garzón, pero luego remarca que “los mercados agrícolas están resistiendo las presiones a la baja, y los principales granos que exporta Argentina han mantenido sus precios de exportación (de hecho, soja y maíz se han valorizado); además, los mercados de futuros no muestran, al menos por ahora, un 2017 traumático en este sentido”.
Factores en contra
Entre los fenómenos que presionaron precios a la baja se destacan la cosecha récord de Estados Unidos (tocando máximos históricos en producción de maíz y soja en el ciclo 2016/2017), la desaceleración del comercio mundial, la depreciación de algunas monedas importantes (caso del Yuan Chino) y, en las últimas semanas, el resultado de las elecciones en Estados Unidos, la preocupación acerca de los efectos sobre el comercio mundial y el costo del capital (tasa de interés) de las políticas anunciadas en campaña por el nuevo gobierno.
“La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha generado incertidumbre respecto a los efectos que sus políticas podrían ejercer sobre los precios de las commodities. La preocupación reside en la relación negativa observada en los últimos años entre el valor del dólar (poder de compra) y los valores de las materias primas”, explica Garzón.
En concreto, un dólar alto (fuerte respecto de otras monedas), casi siempre se ha correspondido con precios más bajos (en dólares) de commodities y viceversa, lo que puede verificarse con el precio FOB de la soja en puertos argentinos y el tipo de cambio real de Estados Unidos. Es decir, los precios más altos de la soja se han observado en etapas de debilidad del dólar y los precios más bajos con momentos de fortaleza.
Por eso el temor: desde el triunfo de Trump hasta la fecha transcurrió casi un mes, en el que el dólar se fortaleció contra varias monedas, como el euro, el real y el peso argentino.
Rebote positivo
Sin embargo, “afortunadamente la buena noticia es que los precios de principales granos y subproductos relevantes para Argentina han logrado sortear con bastante éxito todos estos embates, lo que revela que hay factores operando en sentido contrario, básicamente una demanda por materias primas y alimentos que mantiene su firmeza a pesar de todo, exigiendo del mercado volúmenes crecientes para satisfacerse”, añade el artículo.
En el caso de los precios de exportación de las tres principales commodities agrícolas del país, aunque el dólar se fortaleció, soja y maíz se valorizaron cuatro y cinco por ciento, respectivamente; mientras que sólo Trigo muestra un ajuste del cuatro por ciento.
Respecto a las perspectivas, los mercados de futuros operaban a fines de noviembre con precios 2017 relativamente estables en maíz y harina de soja, con valores levemente superiores en el caso de grano de soja, y con un aumento un poco más significativo (del orden del 15 por ciento) en aceite de soja.
“Dada la gran campaña agrícola de Estados Unidos y la que puede ser también una buena cosecha en los países del cono sur (Argentina y Brasil), el hecho que los valores futuros de los granos estén estabilizados o incluso se proyecten levemente crecientes se explicaría por una demanda que seguiría teniendo mucho apetito, a pesar de ciertas incertidumbres asociadas al crecimiento de la economía mundial y de algunos países líderes del sur del Asia”, sostiene Garzón.
Por eso, concluye: “Lo sucedido con los precios en este último mes y lo que revelan los mercados de futuros permiten ser optimistas, aunque ello no implica desconocer los riesgos de una reversión en las cotizaciones asociada no tanto a factores de mercado sino más bien a cómo puede evolucionar la macroeconomía mundial a partir del nuevo gobierno de Estados Unidos”.