La industria está bajando o planificando cómo bajar el precio al productor. Esta situación nos coloca frente a una película que ya vimos: cada vez que la producción primaria aumenta, el precio baja; los productores se convierten en el principal socio de las industrias cuando la cosa está complicada. ¿Pero cuán complicada está en este momento?
Hace un año y medio la producción estaba por el piso, la materia prima escaseaba y comenzaba a elevarse el precio del litro en tranquera. Desde las industrias se pedía mayor compromiso de los tamberos, se otorgaban premios por aumento de producción, se dictaban cursos para sacar más litros por animal y se prometía un futuro dorado.
El futuro llegó hace rato, todo un palo. La frase del Indio Solari se aplica perfectamente. El tambero respondió como suele hacerlo cuando la mano viene bien. Según datos del CIL (Centro de la Industria Lechera), en el primer cuatrimestre la remisión a las principales fábricas aumentó un 17 por ciento con respecto a igual período del año anterior. A esto hay que agregarle que abril, el mes que normalmente es el de más baja producción, superó a lo remitido en marzo.
El tema es sencillo: los tamberos se lanzaron a producir porque el negocio viene siendo rentable, pero la mano puede cambiar si la baja del precio al productor se adelanta para los próximos dos meses, augurando una primavera difícil.
El problema no es que sobre leche, el problema es que una vez más se demuestra la falta de planificación del sector. Hace unos meses nos preguntábamos para qué producir leche, para qué invertir en los tambos; esas preguntas no tuvieron respuestas y hay muchos productores que se las están haciendo.
Esta falta de planificación se observa en esta conducta cíclica que tanto mal le ha hecho a la lechería argentina en los últimos años. Ante el aumento de la producción, baja del precio y consecuente desaliento productivo. No parece haber reacción para aprovechar los momentos y desarrollar el negocio lechero. No se abren mercados en el mundo, no se busca categorizar las exportaciones, agregándole mayor valor a los productos vendidos al exterior. Esto no sucede porque no se discute para qué vamos a producir leche.
El mercado interno está al límite de consumo, el saldo exportable que normalmente es de un 20 por ciento puede traducirse este año en un 30 por ciento, y no se avizora qué sucederá con ese 10 por ciento de leche de más que van a producir los tambos; difícilmente se observe una baja en el precio de góndola de los lácteos. La lección es que quien no hace los deberes termina en aplazo.
Cuidado con no hacer los deberes
Cada vez que aumenta la producción, el precio baja. Los remitos crecieron 17% en el primer cuatrimestre. Damián Morais.
13 de mayo de 2011,